22 de diciembre de 2011

La perfecta imperfección, el control sobre el control

Me declaro imperfecto, si pudiéramos elevar el calificativo ese sería el que me corresponde. Y al decirlo no pienso en ello como algo negativo, me ayuda a ser mas efectivo, mas enfocado. La lucha por la perfección es algo loable, sin embargo, conlleva en muchos casos una pérdida de visión (para algunos, no para todos) del panorama general de los 180 grados de visión que todos tenemos hacia el frente. ¿A qué me refiero? Con la siguiente historia tratare de ejemplificar.

Es real, lo que haré será cambiar los nombres de los participantes (quienes me conocen sabrán bien de quienes hablo):

Carolina, ella siempre ha sido una mujer brillante, estudiante, dedicada, jefa de grupo, la primera en apuntarse para todo en todo,  por ello la que siempre quiere y ha querido tener el control de todo, pues, a final de cuentas todo tiene que ser como ella lo vislumbra: perfecto.
La vida de Carolina comenzó a abrir su campo de visión y a moverse de esa línea recta de perfección cuando ,por la mala, vio que no tenía al marido perfecto, que sus hijos por tanto tampoco tenían al padre perfecto, y que de ninguno de ellos podía por mas que intentara tener jamas el control; el divorcio opero como un sismo ajustador del cual solo resultó una mujer aún más decidida a ser perfecta, con ello entendiendo que el control sería mas férreo. Pero no sabía que se puede controlar la comida, la hora de comer, la ropa, la hora de estudiar, incluso, los amigos que frecuentan los hijos, pero jamás, sus enfermedades. El menor de sus pequeños manifestó un padecimiento que día a día lo iba mermando de manera considerable, deficiencias cardíacas, renales, y nada que hacer, solo esperar los estudios los análisis, las referencias cruzadas mientras observábamos todos como poco a poco el pequeño de desgastaba, él, la familia entera, y Carolina, viviendo el más imperfecto de los mundos, sin tener el control absolutamente de nada, ni siquiera de sus horas de sueño y comida. Las semanas pasaban, el pequeño no mejoraba, así en ese devenir , junto con el pesar y la incertidumbre, llegó a Carolina: Pedro. El, con equipaje igual que todos, con un matrimonio fallido y un hijo bajo el brazo, se acercó como compañía incondicional a esa imperfecta situación, silencioso, entregado, dispuesto, conciente...
Y poco a poco le dio sentido a todo lo que ella no podía controlar. Aunque, viviendo en ciudades diferentes, poco hay por pensar de perfecto, poco que controlar. El pequeño obtuvo un donador y con esto la tranquilidad para todos, y pensar solo en un futuro, que debería de ser: Perfecto.
Nada más equivocado , pocas semanas después a Carolina se le detectó cáncer de seno, ¿hay manera de lograr una broma más macabra? La mastectomia, quimioterapia y radiaciones de manera expedita y sin dudar, el control, eso era lo que podía tener ella, sólo eso, las fechas terapia y consulta de manera estricta, y... Y nada más. Pedro, al pie del cañón con trabajo, sin trabajo, en un ir y venir de un estado a otro. Acompañando, peleando si propia batalla legal por los derechos de su hijo, y ahí, al lado, sin tener control ni de él ni de nada. Al pasar de los meses Pedro consiguió el trabajo deseado, logró la custodia de su pequeño y Carolina venció al cáncer, el pequeño estaba fuera de peligro, todo entraba en ese ritmo de perfección que tanto gustaba a Carolina. Pedro sintió que era el momento, le pidió matrimonio y vivieron felices....  Por un tiempo.  Un día Carolina presentó un retraso (otra vez no tener el control le cambiaba la vida), Pedro le pidió tuvieran al bebé ella aceptó, el seguía viajando de una ciudad a otra y cada vez el cuidado y su presencia eran más demandados, más necesitados. La situación imperfecta en toda su expresión, nada menos controlado.
Quien esto lee podrá imaginarse la cantidad de conflictos y situaciones que se derivaron en esta historia. Hoy Pedro y Carolina siguen juntos, con dos hijos de ella, uno de él y uno de ambos. Nada mas descontrolado nada más imperfecto. Y si, a ellos les ha funcionado, seguramente a todos nos podrá funcionar lo imperfecto y descontrolado.

Sólo es cuestión de saltar sin miedo.

11 de diciembre de 2011

De Historias de Amor...

"Tu ya fuiste historia de amor..."

He cargado esta frase ya varios días y tal cual como lo pensé cuando me la dispararon a quemaropa, la respuesta a esa afirmación es: no es así.
No sé (y no creo, seguro estaría enterado) que haya sido la historia de amor para alguien. Pero, tengo por cierto que estoy determinado a serlo.
Ser Padre o Madre no es sinónimo ya de haber vivido una historia de amor. Amo a mis hijos, sin embargo, en la vendetta del divorcio y la separación (si vamos a hablar de heridos y de bajas), ellos fueron los mas afectados. No podemos hablar de historias de amor con ese calibre de consecuencias.
Pero más allá de lo que haya vivido , es lo que quiero vivir y lo que entiendo por "Historia de Amor" lo que me lleva a afirmar los párrafos anteriores.
Y siendo transparente les dejo el listado que incluye pero no limita, que menciona pero no hace indispensable la existencia de ninguna de los puntos listados:


  • Una historia en la cual las decisiones sean bilaterales, en donde ceder no signifique derrota y conceder se vuelva habitual con la certeza de que en el gusto del otro está también su felicidad (y eso es lo que se busca, ¿no?).
  • Donde dormir juntos signifique no solo compartir el lecho, el cuerpo, el calor; también, la tranquilidad de la compañía con la certeza de que esa proximidad es seguridad para ambos a pesar de los disgustos y los problemas.
  • Una historia donde la protagonista se sepa tan mujer como el hombre que la acompaña, donde yo pueda darle a ella motivos suficientes para algún día poder expresarse -no con las mismas palabras necesariamente- con las razones con las que lo hace mi amiga Yola de su hombre (ese es un buen ejemplo de Historia de Amor) -*. Y obviamente, en quién yo pueda dedicarme una y cien veces la manufactura de cualquier cantidad de sorprendidas lineas inspiradas en el re descubrimiento constante de esa persona con quien comparto los días, las noches, los retos, el supermercado, el frió, la noche, pasear al perro, correr juntos, los sueños, las enfermedades, los cólicos, las borracheras, los funerales, las fiestas, las vacaciones, los desvelos (con o sin insomnio), un sandwich, una espectacular cena, mi camisa después de hacer el amor... Menciono todo esto, por que tengo muy claro que no ha formado parte de la historia que yo quiero ( y vaya que lo deseo)
  • Ser en esa historia el compañero, el protector, el amigo, el confort, quien escucha simplemente atento cuando así se requiera y quién opine desde la perspectiva que se le pida cuando así sea. El abrazo seguro, la mirada que todo lo dice y esos ojos -como dice Mario- felices y felinos que miran y de mirar nunca se cansan; ser la seguridad, la tranquilidad, el hogar fuera de casa simplemente por estar juntos. 
  • Ser lo suficientemente hombre que ella requiera para sentirse reina y no rehén.
Así quiero esa historia que no he vivido.


*Ya te lo había externado mi querida Mujer Fatal


Ponerle Soundtrack a este texto no ha sido sencillo; debatiéndome entre lo cursi, lo profundo y lo sencillo, vuelvo a invocar a Joan Manuel (El Nano) Serrat, quén más que él para ponerle letras y resumir lo que acabo de arrojar al vacio http://www.youtube.com/watch?v=jEAv5Dfr3Uw

Poema de Amor

El sol nos olvidó ayer sobre la arena,
nos envolvió el rumor suave del mar,
tu cuerpo me dió calor,
tenía frío y,
allí,
en la arena,
entre los dos nació este poema,
este pobre poema de amor para tí.

Mi fruto, mi flor, mi historia de amor,
mis caricias.
Mi humilde candil, mi lluvia de abril,
mi avaricia.
Mi trozo de pan, mi viejo refrán, mi poeta.
La fe que perdí, mi camino y, mi carreta.

Mi dulce placer, mi sueño de ayer, mi equipaje.
Mi tibio rincón, mi mejor canción, mi paisaje.
Mi manantial, mi cañaveral, mi riqueza.
Mi leña, mi hogar, mi techo, mi lar, mi nobleza.
Mi fuente, mi sed, mi barco, mi red y la arena.

Donde te sentí, donde te escribí mi poema...