9 de septiembre de 2014

Mi amigo Jaime

Mi amigo Jaime (Il mio amico Jaime)


Le dirijo este texto a todos mis amigos, y a todos los que me consideren su amigo.

Me tomó por sorpresa... apenas hace un días sonaba tan entero, tan emprendedor, ayer Jaime Delfin acudió a la Casa del Padre 

Conocí a Jaime un sábado en el patio del CUM, en la lista de la siguiente dinámica Ricardo Rendón trataba de organizar un grupo cuando mencionando los nombres dijo:
-“Jaime Delfin” y me miró extrañado, “Jaime Delfin?”
-“No, Delfino Jaimes, ese soy yo, seguramente se equivocaron al copiar el nombre”
-“NO, yo soy Jaime Delfin, somos Homónimos?  
-“Creo que si, lo somos” contesté

Y aunque en estricto sentido no lo éramos, siempre nos identificamos por ello.
No diré que fuimos a partir de ese momento los grandes amigos de la prepa, o cercanos en la Universidad, que estuve al lado durante su proceso en secular. No, la verdad sea dicha, Jaime y yo nos encontramos en la vida, años muchos años después, ambos con dos hijos y una maleta llena de historias, de experiencias, y una maleta vacía más grande aún para llenar de más historias y experiencias. Contador de profesión, siempre tenía la asesoría profesional más atinada, y la opinión ética en la mano, era cierto recurrir a él sabiendo que en todo momento la realidad y lo correcto estarían en la respuesta. Me gustaba saber que hacia sus caminatas logrando progresos, desgraciadamente no siempre fue posible mantener el proceso deportivo, sin embargo, él siempre me motivaba a mí para continuar corriendo, para lograr esos kilómetros extra, para ir por más, imponerme un reto mayor, acompañar a alguien en una carrera, Jaime siempre estuvo ahí empujándome.
Cuando de fe se trataba, no existía otra persona para recurrir, el Rosario siempre su mejor herramienta, su palabra confort para las peores etapas, su compañía y preocupación ante todo, digamos que era un paquete completo: una persona laica con la visión de fe y religiosidad que necesitamos de esté lado, afuera del Templo, con la praxis diaria de la vida común y la certeza de que por encima de todo “Dios conmigo, quién contra mí?”.
Su Rosario, el vehículo para con su amadísima Madre María (nuestra),  siempre por la mañana en su camino a la escuela a dejar a los hijos, siempre paseando a su mascota, en el transporte, siempre encontraba un momento para acudir a Él. El sabía de mi poca capacidad para el rezo, de mi lejanía de los Sacramentos, sin embargo, sabía también de mi fe, y por eso mismo me decía: “Tu corre, yo rezo el Rosario”.
El tema deportivo siempre fue su talón de Aquiles, era aficionado de hueso colorado de las Chivas Rayadas del Guadalajara, es una pena que no tuviera una nueva  alegría de parte del rebaño, esperemos que por respeto a Jaime a y toda su afición de menos tengan una actitud más decorosa (ni hablar de algún título).
Padre y esposo amoroso-amabilísimo, compañero ejemplar, dedicado por encima de sí mismo a los demás (a TODOS los demás), siempre con el precepto de apoyar al otro como labor de vida. No puedo más que ser agradecido con él, con la vida por ponerlo a mi lado, pidiendo oportunidad de asimilar todo lo que con su ser me enseñó, todo lo que pretendió enseñarme y descubrir todo lo que él quería para mi.
Me quedo en el corazón siempre con el propósito de honrar sus palabras para mí: “Jaimes, yo creo en ti, porque siempre me das motivos para creer en ti”

Vaya con Dios James, ahí de mano de Papá, y mirando a los ojos a Mamá… saludos para mi hermano con quién seguro tendrán momentos de intercambiar notas (no se quiten el tiempo hablando de nosotros, hay mucho por hacer en este Universo maravilloso) finalmente estás en donde añorabas, solo das un paso más rápido que mis carreras, pero tenemos la certeza que ahí también, llegaré (esa es nuestra fé)

Con gratitud para Jaime Delfín, con la esperanza de que los amigos estemos siempre a mano, y no dependamos de momentos tristes para acercarnos.


Oscar Jaimes